M, el primer día en casa |
Nuestro querido M estrenó sus dos añitos de vida con algunos cambios interesantes, se puso en forma y perdió su barriguilla, se volvió de color gris oscuro, pasó de ser tontorrón y cariñoso a macarra y por último le dió por el escapismo.
No podemos negar que siempre ha ejercido de gamberro de la clase, protagonizando estampidas de gatos, saltos de balcón a balcón con allanamiento del salón del vecino incluido, ataque y derribo de árbol de Navidad, masacre despiadada de plantas decorativas, desalojo de armarios y mil gracias más que amenizan nuestras vidas, pero el domingo se pasó diez pueblos...
Este mes hemos cerrado la azotea con tela metálica porque desde que llegaron los gatos no se usa por miedo a que se salgan, así podemos disfrutar de ese espacio y los gatos pueden tener acceso al exterior sin peligro. Después de todo el invierno ahorrando y de mucho buscar alguien dispuesto a echar horas para hacer esa frikada, el fin de semana por fin se inaguró el "Alcatraz Felino".
Todo iba bien hasta que aparecieron los gatos de los tejados a hacer su visita diaria, a M se le metió en la cabeza que tenía que echarlos (no vaya a ser que los metamos en casa también, pensaría él) se le puso cara de psicópata y empezó a buscar un punto débil en la estructura, finalmente el domingo consiguió huir por un resquicio de 3 cm (sí, es un misterio como una mole de seis kilos consiguió pasar por ahí).
La fuga de Alcatraz duró cinco días durante este tiempo pasamos por diversas fases:
Negación: vamos, venga ya... es imposible que se haya salido por ahí...
Ira: Gato *&@#€ la madre [~$%QTPArio
Negociación: Emmmeeeeeee, vuelve y te daremos una sardinaaaaa
Depresión: que penita, que triste está la casa sin él, snif
Aceptación: esa fase no llegó a producirse, nos negamos a aceptar que M no vuelva.
Finalmente el jueves los demás gatos (que han estado montando guardia en la terraza todos estos días) nos alertaron con sus gritos y al salir vimos que M estaba rondando, bueno, técnicamente no "volvió", se acercó lo suficiente para poder agarrarlo por una pata y meterlo en casa a cascoporro, en plan "que sepais que no he vuelto por mi voluntad, me habeis obligado".
Bueno, pues aquí nos quedamos pensando como cortarle las vias de escape a M y él ideando como burlarlas.
Desde luego... es "pa matarlo"
M con la cara de psicópata puesta |